El contenido de materia orgánica total no es un
buen indicador de la calidad o de la fertilidad del suelo, debido a que la
mayor parte del material orgánico es estable y a que existen diferencias
importantes en su calidad.
Podemos encontrar los más diversos materiales y
en todas sus etapas de transformación, y si bien dentro de esta mezcla
heterogénea no existen límites definidos, desde el punto de vista conceptual y
práctico es importante definirlos.
Es posible definir varios compartimentos
discretos con una relación inversa entre su tamaño y su velocidad de
descomposición, donde las fracciones más abundantes se descomponen más
lentamente. La disponibilidad para los cultivos de cada uno de estos
compartimentos dependerá de su composición química, relación C:N, estado de
humificación y ubicación dentro de la matriz del suelo (Solins et al., 1999,
Balesdent et al., 2000).
En este sentido de la región semiárida pampeana
Galantini et al. (1992) observaron sistemas de producción contrastantes tenían
pequeñas diferencias en el contenido materia orgánica total pero diferencias
significativas en la materia orgánica "joven" o lábil, lo que se
reflejaba en un aumento del rendimiento en grano y la cantidad nitrógeno tomada
por el cultivo.
Numerosos trabajos han encontrado que el
fraccionamiento de la materia orgánica ayuda a detectar diferencias debidas al
sistema de labranza, a la rotación de cultivos, cultivos de cobertura, a la
fertilización, época del año, etc. (Galantini y Rosell, 1997; Galantini et
al., 2004, 2016; Duval et al., 2015, 2016).